GEOGRAFÍA INTERIOR
I
De la ciudad, el ruido rabioso resulta tan próximo, pronto penetra
se queda en los oídos
como la canción pegajosa de la radio, resuena, reverbera
como en una caja vacía, como una caja vacía
como esa otra región de la vida
de las palabras evitadas, dejadas en el estanque
como una piedra que se hunde sin hacer eco ni onda ni hueco
como el silencio de los que siempre hablan.
II
Ella con la pierna cruzada, desnuda, se acaricia el perfume del cabello
mientras el parásito melancolía avanza entre los senos, lame la sal que no brota
recorre la brusca geografía de los recuerdos anatómicos
anda por vacíos vanos y escollos; barreras, periferias, muslos
y ella suplicio recuenta cada paso de labios en el espejo
busca la métrica perfecta: una lengua del ombligo a la costilla, un cuadrado de piel
cierra los ojos, sin prisa aparece un color de sangre venosa bajo el rímel en los párpados
entretanto en las calurosas irremediables sábanas, el silencio: su amante persistente.
III.
La luz en el buró ilumina insoportable inevitablemente
el desierto de la cama a la puerta,
él camina sudoroso sediento, hacia la salida
la sal que cae de su cuerpo va formando una ruta intransitable
atajada por senderos sordos y monólogos inconclusos
sus propios pasos se alejan de él
en el baño, un chorro de agua flácido y flaco resbala
el dolor fluye como bullicio de un descolorido mercado
su humedad se pega a las comisuras de los temblorosos labios
mientras de una hendidura gotea sangre roja mancha uno de los pies
sin calmar la sed, el silencio de los otros, afuera.
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