jueves, julio 08, 2010

Geografía interior II

GEOGRAFIA INTERIOR II (ESCENAS DE CIUDAD)


 

(Prólogo)

Los párpados caen

para proteger de la luz que entra

por la ventana, al cerrarse, una película

obscura comienza a reproducirse;

al filo, al momento

en esta piel: el destino.


 

Atmósferas citadinas

I

Preludio

las campanas de una catedral olvidada que llaman a los transeuntes

el clamor extendiéndose sobre la calle

por los edificios que ocultan el cielo estrellado

sólo el cielo citadino

ocupado por los autos que no se detienen.


 

II

La luz sesgada sobre la acera,

el tic del opaco farol que se apaga y enciende,

y en la sombra no alcanzada por la bombilla, una imagen:

el borracho que abandona toda carne por la calle

hombre de arena desgranando la suerte

el eco de la ciudad rompe con la cámara ciega


 

III

La luz filtrada de la luna

cayendo como polvo

frágil estatua de carne

se asemeja a una mujer por la ventana

mujer dividida meciéndose en la sombra.


 

Atmósferas interiores


 


 

I


 

Poca luz

abrumada la habitación

la cortina temblorosa

el sueño que no llega

imperceptible

el fuego

viento adagio

bajo la niebla

vibrando

una voz, a través de la piel, diluida


 

II

Delirios,

despertar

entre habitaciones.

Los

destellos

desgarran, la oscuridad

desmembrándose

en sombras, sosteniéndose sobre el muro apenas.

La voluntad de la marea

LA VOLUNTAD DE LA MAREA

I

Súbito, los violines reverberan hasta en las sábanas.

Hambrientas, las bestias desgarran la claridad.

Entre las piernas, la espesura húmeda, temblorosa.

II

Los muslos apretados, la ruta

del aliento. Los relámpagos

iluminan

las habitaciones sordas. Los disparos

que no se lamentan,

al aire, la piel. El oído,

respira, el cristal

se empaña de labios a labios.

III

La gravedad, los fragmentos

que hacen la vida. El perfil

de una lagrima que cae. La gota

se infiltra en la arena. El rastro de sol

que llega hasta los pies descalzos,

se mete en el mar; la brisa salada.

IV

La brisa sobre la mancha,

la sangre huele a mar,

salada como el mar.

El sexo látigo de agua que atormenta a la sirena.

miércoles, julio 07, 2010

GEOGRAFÍA INTERIOR

GEOGRAFÍA INTERIOR

I

De la ciudad, el ruido rabioso resulta tan próximo, pronto penetra

se queda en los oídos

como la canción pegajosa de la radio, resuena, reverbera

como en una caja vacía, como una caja vacía

como esa otra región de la vida

de las palabras evitadas, dejadas en el estanque

como una piedra que se hunde sin hacer eco ni onda ni hueco

como el silencio de los que siempre hablan.

II

Ella con la pierna cruzada, desnuda, se acaricia el perfume del cabello

mientras el parásito melancolía avanza entre los senos, lame la sal que no brota

recorre la brusca geografía de los recuerdos anatómicos

anda por vacíos vanos y escollos; barreras, periferias, muslos

y ella suplicio recuenta cada paso de labios en el espejo

busca la métrica perfecta: una lengua del ombligo a la costilla, un cuadrado de piel

cierra los ojos, sin prisa aparece un color de sangre venosa bajo el rímel en los párpados

entretanto en las calurosas irremediables sábanas, el silencio: su amante persistente.

III.

La luz en el buró ilumina insoportable inevitablemente

el desierto de la cama a la puerta,

él camina sudoroso sediento, hacia la salida

la sal que cae de su cuerpo va formando una ruta intransitable

atajada por senderos sordos y monólogos inconclusos

sus propios pasos se alejan de él

en el baño, un chorro de agua flácido y flaco resbala

el dolor fluye como bullicio de un descolorido mercado

su humedad se pega a las comisuras de los temblorosos labios

mientras de una hendidura gotea sangre roja mancha uno de los pies

sin calmar la sed, el silencio de los otros, afuera.












lunes, febrero 22, 2010

INDICIOS

I

En la forma de los dedos

descubrir

catalogar cada caricia

intuir

cada línea

como una gitana

frente

al presente

el pasado

y el porvenir

de dos cuerpos desnudos.


II

Poco a poco

los labios

persiguen los rastros

que el tacto ha tejido

redes de piel y vacíos

más labios más tiempo

que no ha de repetirse.


III

Lo que se dice

no está en las palabras

ni en los silencios

sólo en los labios que se abren

sólo para otros labios.





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